En estas jornadas se podía elegir en los restaurantes un menú degustación con todo tipo de platos realizados con centollo o bien elegir la carta para escoger alguno de los platos del menú a parte y mezclarlo con tus propias elecciones. Nos quedamos con la última opción, todo fueron platos a compartir.
Comenzamos con unas croquetas de centollo que era una de las especialidades de las jornadas. Estaban presentadas en una vieira con unas patatas paja, que nos pareció muy original, pero la realidad es que no sabían a nada y de temperatura estaban templada.
A las croquetas insípidas le siguió una ración de mejillones al vapor. Los mejillones de la ría tienen mucha fama y no podíamos dejar la ocasión de probarlos. La ración era de un tamaño aceptable y aunque los mejillones era más bien normales, tirando a pequeños, tenían un sabor muy bueno. Una ración para repetir.
Lo siguiente fue el rey de las jornadas, el centollo. No podíamos irnos sin probarlo, de sabor impecable y un tamaño aceptable. El único pero que le pondría, es que la parte del interior del centollo no se había preparado con huevo cocido y vino blanco como es más habitual en tierras cántabras, pero igual es la forma habitual en Galicia.
Pedimos también unas míticas gambas a la plancha. No es un plato muy original, pero son muy resultonas y estaban francamente buenas, con su punto de sal y no demasiado churruscadas. En algunos sitios pasa que cuesta mucho quitar la piel porque casi las han tatuado en la plancha. Muy buena opción, no era una ración esplendorosamente grande.
Pedimos también una nécora cocida. Ésta me la comí yo solo ya que soy un enamorado de este riquísimo crustáceo y no pude dejar pasar la oportunidad de pedirla. No era muy grande pero de sabor buenísimo, un gran acierto, si señor.
La comida fue acompañada con un clásico albariño que nos encanta, Terras Gaudas, una opción muy buena en todos los casos en los que el cuerpo te pida un vino blanco.
Al final nos salió todo por unos 36 euros por cabeza. Nos dejó muy satisfechos por la comida que degustamos, aunque alguna parece que se quedó con hambre. En definitiva un sitio para volver a repetir.
La cabeza del centollo no explicas cómo la prepararon, pero desde luego yo nunca la he comido con huevo duro, siempre mezclada con vino blanco y nada más. Desde luego apetece ir a este restaurante.
ResponderEliminarEl tema era que en este sitio no preparaban nada en la cabeza del centollo, por eso me parecio curioso.
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