De modo que eso fue exactamente lo que hicimos y ya que estábamos con un autóctono de la zona, nos llevo a este restaurante a degustar un riquísimo cachopo. Esto es una especie san jacobo de ternera pero relleno de lo que en el restaurante le quieran echar, y eso básicamente puede ser cualquier cosa.
Fuimos 7 personas a cenar y menos mal que habíamos reservado porque aun siendo grande el sitio, estaba lo que vulgarmente se dice "petado". Es decir reservad antes de ir no vaya a ser que os quedéis con las ganas de cenar.
Como sabíamos que íbamos a salir muy llenos comenzamos pidiendo algún entrante ligerito, una ensalada mixta para engañar al estomago, para que no sepa lo que se le avecina. La ensalada completa y de muy buen tamaño.
Ya que íbamos con conocedores del local pedimos como segundo entrante un par de raciones de pulpo a la brasa, que se encontraba fuera de carta. Sí vais no dudéis en preguntar porque estaba de vicio, muy tierno, churruscadito, eran solo los tentáculos y venían con un poco de patata y algo de alioli para servirse a gusto. Un plato sencillo pero muy muy rico.
Ahora ya pasamos al tema serio, el cachopo. Para 7 pedimos 3 grandes y 1 mediano, y eso os puede dar una idea del tamaño de estos titanes. Este es el plato estrella del restaurante, en este caso estaba relleno "únicamente" de jamón serrano, queso, espárragos y champiñones. Un autentico monstruo con el que daríamos de comer a medio Gijón. Nos lo comimos de dos en dos, y venia servido con patatas fritas y pimientos rojos muy ricos... La verdad es que estaba buenísimo, en su punto de hecho y sin demasiado rebozado que desmerece a veces el plato.
Algunos de nosotros aun no tuvimos suficiente y pedimos postres. Uno se decanto por arroz con leche, que por el celo que ponía su dueño al comerlo debía de estar realmente bueno.
Yo intenté hacer la digestión y pedí un helado de vainilla, que venia con un poco de caramelo por encima. Correcto.
El mas valiente de todos pidió una tarta de almendras que tenia pinta de ladrillo mortal, y mas después del cachopo entre pecho y espalda. Aun así acabo con ello casi sin inmutarse...
La comida la regamos con agua y sangría de sidra. Ésta ultima no la había probado nunca, la verdad me encanto. Al final nos invitaron también a un buen chupito a cada uno. La factura no fue nada alta ya que salimos a 24 euros por cabeza. Si estáis o simplemente pasáis por Gijón no lo dudéis. ¡Este sitio es autentico y genial!.
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