Para tan magno evento nos reunimos 6 amigos con ganas de disfrutar, ser sorprendidos y por supuesto comer bien. Del local no hay mucho que decir que no se sepa ya. Pequeño, acogedor y con diseño minimalista. Del tipo de comida diremos que se trata de una cocina creativa con toques tradicionales y donde, como no puede ser de otra manera, prima la calidad del producto.
Proseguimos con un Carpaccio de carne roja (vaca tudanca adulta), mostaza violeta y aceite de carbón. Un auténtica pasada. La carne sabrosísima y con unos condimentos que le iban a la perfección.
Los platos seguían llegando y le tocaba el turno a una Lubina con patata-limón y arbequina. En su punto, muy fresca y con un agradable puntito de limón.
Como ultimo plato fuerte degustamos unos Judiones de la granja con carrilleras de ternera y foie. Sabroso, contundente y perfecto para que nadie se quede con hambre.
Después de semejante reguero de platos y llegado el momento de los postres solo uno de nosotros tuvo espacio para pedir algo dulce. La elección fue una Isla de chocolate. Un postre nada empalagoso con mezcla entre chocolate negro y chocolate blanco. Con sus virutillas de limón y su teja. Una delicia.
Como compañía para la comida nos dejamos guiar casi por completo por la experta mano de Jesús De Diego. Digo casi porque la única petición que hicimos fue uno de nuestros vinos fetiche. Un albariño Do Ferreiro Cepas Vellas del 2006. Como siempre resultó espectacular. El resto de vinos nos fueron presentados ocultos con un calcetín y a modo de juego tratamos adivinar alguna zona geográfica o matiz propio de cada uno de ellos. No hace falta decir que somos unos inútiles y no dimos ni una. Los caldos escogidos por Jesús fueron: ÁN/2 (V.T Illes Balears, felanitix, Mallorca), Almirez del 2008 (Toro) y Alvarez Nolting syrah 2007 (D.O. Utiel-requena). Una buena y variada selección de vinos poco habituales.
Comer en Los avellanos se trata realmente de una experiencia muy divertida, interesante y difícil de tener en otro tipo de restaurantes. Te permite hacer una "mini-cata" de vinos, degustar los mejores productos y disfrutar del perfecto maridaje entre ambas cosas, todo ello de forma pausada y en un ambiente relajado (nos levantamos de la mesa a las 7 y cuarto de la tarde). Por si fuera poco tienen detalles que marcan la diferencia en la atención y el cuidado del cliente y que tienen su máxima expresión en un hecho ocurrido al cambiar los cubiertos con la llegada del segundo plato. Al ver que a todos los comensales menos uno nos colocaban el cuchillo y el tenedor de la forma habitual nos preguntamos si se había dado cuenta de que esta persona en concreto era zurda. Picados por la curiosidad decidimos salir de dudas y preguntar. La respuesta fue clara. Lo había colocado al revés porque viendo que cogía la copa con la mano izquierda en el aperitivo dedujo que era zurdo. Simplemente impresionante.
Por lo que se puede deducir nos encantó conocer este restaurante y sin duda volveremos. Obviamente que no es barato y nos salió a unos 85 euros por persona. Un día es un día!.
Link de su página http://losavellanos.com/