miércoles, 26 de enero de 2011

Restaurante Los Avellanos (Tanos)

En una ocasión una voz crítica nos reclamó que debíamos hacer crónicas de los "restaurantes buenos de verdad". Pues bien, aquí tiene uno de los llamados "templos gastronómicos" de Cantabria, con la afamada y conocida estrella de la Guia Michelin y propiedad de Jesús De Diego.

Para tan magno evento nos reunimos 6 amigos con ganas de disfrutar, ser sorprendidos y por supuesto comer bien. Del local no hay mucho que decir que no se sepa ya. Pequeño, acogedor y con diseño minimalista. Del tipo de comida diremos que se trata de una cocina creativa con toques tradicionales y donde, como no puede ser de otra manera, prima la calidad del producto.

Dado que uno de nosotros se perdió a la hora de encontrar el lugar (tiene el valor de afirmar que tiene un gps en la cabeza) y llegó una hora tarde, nos invitaron a sentarnos en la mesa a esperarle mientras tomábamos un aperitivo y unos vinos. A pesar de la demora y que ya eran las 4 de la tarde, en todo momento nos atendieron con una sonrisa y con una amabilidad impecable. Para no liarnos decidimos dejarnos llevar por completo y que tanto el menú como la bebida fueran sugerencias de la casa.

Comenzamos con una degustación de aceites del país y un aperitivo. Un aceite variedad picual de primer día de cosecha del 2010 (Castillo de Canena de Jaen) y otro variedad arbequina (Abbae de Queiles de Navarra). Cada cual tuvo su favorito pero ambos fueron una maravilla. Puro zumo de oliva.





Proseguimos con un Carpaccio de carne roja (vaca tudanca adulta), mostaza violeta y aceite de carbón. Un auténtica pasada. La carne sabrosísima y con unos condimentos que le iban a la perfección.


El siguiente plato fue un Arroz cremoso de azafrán y regaliz. Otra combinación de sabores nueva y sorprendente. Mención especial al excepcional maridaje con uno de los vinos (más tarde en su propio apartado hablare de ellos) con los que acompañamos la comida.



Lo siguiente fue Huevo de caserío, patata y meloso de bacalao. Un plato untuoso en la boca, con sabor a pueblo y sofisticado a la vez. Cabe destacar el rayado en directo de una trufa negra enorme sobre el plato.


Los platos seguían llegando y le tocaba el turno a una Lubina con patata-limón y arbequina. En su punto, muy fresca y con un agradable puntito de limón.



Como ultimo plato fuerte degustamos unos Judiones de la granja con carrilleras de ternera y foie. Sabroso, contundente y perfecto para que nadie se quede con hambre.


Después de semejante reguero de platos y llegado el momento de los postres solo uno de nosotros tuvo espacio para pedir algo dulce. La elección fue una Isla de chocolate. Un postre nada empalagoso con mezcla entre chocolate negro y chocolate blanco. Con sus virutillas de limón y su teja. Una delicia.


Como compañía para la comida nos dejamos guiar casi por completo por la experta mano de Jesús De Diego. Digo casi porque la única petición que hicimos fue uno de nuestros vinos fetiche. Un albariño Do Ferreiro Cepas Vellas del 2006. Como siempre resultó espectacular. El resto de vinos nos fueron presentados ocultos con un calcetín y a modo de juego tratamos adivinar alguna zona geográfica o matiz propio de cada uno de ellos. No hace falta decir que somos unos inútiles y no dimos ni una. Los caldos escogidos por Jesús fueron: ÁN/2 (V.T Illes Balears, felanitix, Mallorca), Almirez del 2008 (Toro) y Alvarez Nolting syrah 2007 (D.O. Utiel-requena). Una buena y variada selección de vinos poco habituales.


Comer en Los avellanos se trata realmente de una experiencia muy divertida, interesante y difícil de tener en otro tipo de restaurantes. Te permite hacer una "mini-cata" de vinos, degustar los mejores productos y disfrutar del perfecto maridaje entre ambas cosas, todo ello de forma pausada y en un ambiente relajado (nos levantamos de la mesa a las 7 y cuarto de la tarde). Por si fuera poco tienen detalles que marcan la diferencia en la atención y el cuidado del cliente y que tienen su máxima expresión en un hecho ocurrido al cambiar los cubiertos con la llegada del segundo plato. Al ver que a todos los comensales menos uno nos colocaban el cuchillo y el tenedor de la forma habitual nos preguntamos si se había dado cuenta de que esta persona en concreto era zurda. Picados por la curiosidad decidimos salir de dudas y preguntar. La respuesta fue clara. Lo había colocado al revés porque viendo que cogía la copa con la mano izquierda en el aperitivo dedujo que era zurdo. Simplemente impresionante.

Por lo que se puede deducir nos encantó conocer este restaurante y sin duda volveremos. Obviamente que no es barato y nos salió a unos 85 euros por persona. Un día es un día!.

Link de su página http://losavellanos.com/

viernes, 21 de enero de 2011

Karola Etxea (Algorta)

Esta vez voy a proponer un recorrido muy agradable por el Puerto Viejo de Algorta, un barrio perteneciente a Getxo, el último pueblo de la margen derecha de la ría de Bilbao.



Surgió como pueblo de pescadores a la orilla del mar que se extendió ladera arriba juntándose con Algorta. Está compuesto de casas antiguas con callejuelas estrechas y desordenadas donde hoy en día te puedes encontrar con gran cantidad de restaurantes y tabernas.



El día perfecto para disfrutar de este lugar es entre semana, con buen tiempo, porque los fines de semana y en vacaciones se masifica y para mi gusto pierde el encanto.

En la parte de abajo, pegado al mar hay un parking gratuito que hace que el acceso sea muy fácil. Nada más llegar a las escaleras, a la derecha, te encuentras una taberna muy conocida, perfecta para empezar la jornada gastronómica, por la cantidad de pinchos que ofrece. Además una vez pedida la consumición, puedes salir a la calle (ya que en el País Vasco no se cumple la ley de no consumir en el exterior) y sentarte en las escaleras mirando la desembocadura del Nervión. Una vista muy relajante.

Una vez termida, subes por las escaleras hasta la plaza, donde te encuentras otra taberna llamada Arantzale (pescador en euskera) para degustar otro pincho. En verano la plaza está llena de mesas y sillas de la taberna, en invierno te puedes sentar en los bancos de la propia plaza. Es un sitio muy acogedor, rodeado por las casas especiales, con sus inquilinos.



Aproximadamente 2 pinchos y dos cervezas cuestan 7-8 euros.

Después de "tapear" era el momento de sentanos a comer en un restaurante. En la parte de abajo está el Itsas-Berri, muy conocido en Vizcaya por su pescado, pero a nosotros se nos salía un poco de presupuesto, asi que nos decidimos por uno de los restaurantes de arriba, entre las estrechas callejuelas.

Esta vez elegimos el Karola Etxea, una vieja casa de pescadores de más de 300 años. En la entrada te encuentras las diferentes opciones entre las que está el menú del día por 17 euros, el menú especial ejecutivo por 30 euros entre semana, el menú fin de semana, la gran mariscada por 34 euros de martes a jueves,... y además dentro tienes la opcion de elegir la carta.



El restaurante es una de las casa antiguas convertida en cocina y comedor, no tiene ni siquiera una barra de bar para tomar algo mientras te preparan la mesa. Nostros no tuvimos problema porque era un día laborable y no tuvimos que esperar, aunque estaba casi lleno. El comedor es muy acogedor, con una decoración muy marinera. Una pega es que las mesas están un poco apretadas, pero no llega a hacerse incómodo.

Nos decidimos por el menú del día.

Una crepe de gambas que estaba muy bien presentada, muy jugosa, en su punto de sal y con una salsa acompañante muy sabrosa.



Una ensalada de salmón y ventresca. La cantidad era aceptable, estaba muy bien aliñada y el salmón muy tierno. Traía gran cantidad de pasas, para mi no fue un problema, pero es un acompañamiento que hay gente a la que no le gusta y en el menú no especifica que las sirven. Lo bueno de este alimento es que no da sabor al resto, asi que con apartarlo solucionas el problema.



De segundo elegimos solomillo de cerdo con hongos, que estaba en su punto y muy bueno.



Y magret de pato al Oporto. Este plato tiene una curiosidad y es que se sirve con una bola de helado de hongos. No nos gustó especialmete la combinación de temperaturas. El pato estaba templado, perfecto para comerlo y el helado no casaba muy bien.



De postre pedimos una cuajada que no era casera y no hay nada especial que destacar de ella y arroz con leche, que estaba muy bueno pero demasiado frío. A mi este postre me gusta del tiempo.



El menú incluye vino a elegir entre blanco, rosado y tinto. Nosotros nos quedamos con el último que era un rioja de 2008, no recuerdo el nombre. Vino aceptable, pero nada llamativo, lo que te esperas en un menú del día un poco más elaborado.

Todo esto nos salió por 18 euros cabeza. Parece que dejo claro que es un resturante totalmente recomendable. El trato fue agradable y el lugar entrañable.

¿Cómo llegar? lo mas fácil es dirigirte en coche hacía el puerto nuevo o Getxokaia, una vez pasado el puerto nuevo hay que seguir por una recta dejando el mar a la izquierda hasta que te encuentras con el parking gratuito. Acceder al Puerto Viejo por Algorta (la parte de arriba), es más complicado y más dificil para aparcar el coche.

jueves, 20 de enero de 2011

Restaurante Marisquería Marucho (Santander)

Estas navidades hicimos nuestra clásica comida de navidad en un sitio muy conocido en Santander por la frescura de su marisco. Es un local con un comedor pequeño con mesas con mantel de papel en frente de la barra y poco más. La calidad del producto, es lo que les ha hecho un sitio ampliamente recomendable durante todos los años que lleva abierto, y ya son muchos.

Nosotros fuimos con un menú medio cerrado. Tuvimos que ir tarde, ya que una peculiaridad del sitio es que no reservan mesa y éramos 12 así que un poco complicado comer pronto.

Comenzamos con un plato que gusta a todo el mundo. Siempre está bien empezar una comida hablando mientras vas untando panecillos con pudin de cabracho y un poco de mayonesa. Muy rico y con un buen sabor.


No podíamos hacer una comida de nuestro grupo sin pedir unas rabas, es algo que siempre está rico y que nunca sobra, más en una comida con muchas personas y platos para picar. Muy ricas y claramente de calamar, con sus tentaculillos y cuerpos troceados, sin demasiado aceite, algo que se agradece.


Después vinieron una gambas a la plancha. Perfectas, no demasiado hechas de forma que la piel salía sola y con su punto de sal. Muy ricas un sabor muy fresco, no dudéis ni un momento en pedirlas.


El último entrante que nos sirvieron fueron unas almejas a la marinera. Fue el que menos me gustó, demasiada harina en la salsa que la hacía un poco pesada. Las almejas muy ricas y con mucho sabor, pero quizá a la sartén habrían sacado todo su potencial.


El plato principal fueron unos centollos de un tamaño muy majo. Estaban riquísimos, preparados en su punto de cocción y sal. Se nota mucho los años de trabajo de este sitio, la preparación de la carne del centollo en la cáscara, impecable. Y la cabeza estaba mezclada con huevo duro. En algún restaurante me he encontrado la cabeza sin preparar y no tiene nada que ver. Por supuesto fue el rey de la comida y para mi totalmente indispensable.


Una vez terminado el centollo, no pidieron nota de los postres que era lo único que no teníamos cerrado y ahí si que hubo diversidad. Yo pedí algo sencillo, un sorbete de limón al cava, rico y fresco.


También pedimos tarta de queso, casera como todos los postres. Un pedazo muy grande y no demasiado bueno, la verdad es que este postre no gustó mucho.


Otro postre fue un flan de la casa. Éste en cambio, si que debía estar muy bueno por lo que dijeron y por lo poquísimo que duró en la mesa.


También pidieron un arroz con leche. Bueno pero sin más. Venía servido con el bote de canela para poder echarte la cantidad que quieras.


El último postre que pidieron fue esta locura de chocolate que veis en la foto. No se quién se invento ésto, pero tenía un buen lio en la cabeza. Unicamente recomendable para los muy golosos, dijeron que estaba muy rico, la verdad.


Toda la comida estuvo regada por un buen albariño, pedimos el que nos recomendaron, que era el de la casa. Estaba muy rico y de precio ajustado así que nos pareció una buena elección.


Al final pedimos una copa cada uno y todo nos salió por 45 euros persona, que contando las botellas de vino, que fueron muchas y la copa no me parece un precio elevado.

Quiero comentar que los camareros no fueron lo más atentos y agradables que uno esperaría, quiza por la hora, sin embargo la dueña fue muy atenta y educada así que no nos ensombreció la comida. Como se ve en la foto otro año todos juntos y felices.


Mapa

lunes, 17 de enero de 2011

El Bocho (Madrid)

Esta taberna funciona por el boca a boca desde 1945 cuando un matrimonio se trasladó desde Cantabria y Asturias, a Madrid. Está muy cerca de la Gran vía y hoy en día es regentada por sus dos hijas que mantienen el mismo concepto de la taberna. La idea principal era la de dar de comer a los estudiantes universitarios que venían de otras ciudades a Madrid, una comida casera a buen precio, para asi no echar tanto de menos los platos de cuchara de "las madres". Lo cierto es que ha tenido mucho éxito y como el local no es excesivamente grande es recomendable reservar. Por supuesto los comensales ya no son estudiantes porque el éxito ha hecho que el precio de la carta aumente y ya no está al bolsillo de cualquiera por una comida relativamente sencilla. Aun y todo había parejas que decidieron esperar una hora para poder comer.
El comedor no es muy grande, con un aspecto antigüo y casero, con vigas de madera, manteles y servilletas de cuadros azules y blancos y pared de azulejos. La comida es especial porque está elaborada en una cocina de carbón de hace más de medio siglo.
La carta está en la entrada y luego la camarera te la repite, asi no pierdes mucho tiempo en elegir. Nosotras nos quedamos de primero con un plato de patatas a la riojana, un plato de pisto y un de menestra de verduras.


Las patatas a la riojana estaban exquisitas, sólo les pongo una pega, no te traen el puchero para que te sirvas tú y asi poder repetir, algo muy típico en el norte. De todos modos el plato como podeís ver era abundante y de verdad muy sabroso. Fue el mejor de los tres primeros.


El pisto también estaba rico. Lo sirvieron con un huevo frito por encima. "Mi madre" en concreto, nunca lo ha hecho asi. Lo cocina en revuelto, es decir, una vez hecho el pisto (mezcla de calabacín, cebolla, pimiento verde y tomate, todo ello cocido a fuego lento con un poco de aceite), le añade huevos crudos segun la cantidad y lo remueve hasta que cuajen. La idea del huevo frito por encima tiene una presencia más bonita, en cualquier caso yo me quedo con la receta de mi casa.


La menestra de verduras constaba de alubia verde, coliflor, espinacas, guisantes y zanahoria. Estaba bastante buena, pero nada a destacar. "La madre" de la comensal, que es navarra, la prepara con alcachofas, cardo, guisantes, habas y espárragos. Comentamos que nos parece una mezcla mucho más agradable al paladar desde nuestro punto de vista.


De segundo plato hay varias especialidades, chipirones en su tinta, que según las dueñas lo preparan según una receta vasca, callos a la madrileña y bacalao con tomate. Pero hay una especialidad que es un fuerte competidor, el rabo de toro en salsa. Las tres comensales nos decidimos por este plato. Estaba muy tierno, se notaba que estaba hecho con mucho mimo y paciencia, que es una de las claves de este plato. Venía servido con guarnición de patatas fritas. Fue una gran elección.


La comida no fue muy abundante asi que de postre nos quedamos con un par de cremas catalanas, caseras por supuesto, muy buenas, y un par de rodajas de piña natural. Yo eché de menos el arroz con leche. Suelen tener, porque es otra especialidad de la casa, pero los platos varian y este fin de semana tocaba crema catalana. La foto demuestra que al postre se llega con un poco de hambre porque casi no me da tiempo a inmortalizarlo.


Esperando a la mesa, aun teniendo reserva, nos tomamos 3 cervezas, comimos con una botella de vino tinto EDERRA crianza de 2007, un Rioja monovarietal de uva tempranillo y la cuenta salió a 28 euros cabeza. Asequible, pero coincidimos en que una comida casera sencilla para un estudiante sin trabajo a este precio, es un poco caro. Pero si te lo puedes permitir es un restaurante recomendable, aunque hay que contar que es muy dificil competir con la comida de "la madre" de cada uno.


Para más información os dejo el enlace a este curioso restaurante, El Bocho.

Restaurante La Brocheta (Santander)

Fuimos a cenar el otro día, de casualidad, a este restaurante ubicado en la concurrida calle de Bonifaz de Santander, no por el número de gente paseando, sino porque es la calle con más restaurantes por metro cuadrado, cada vez que paso descubro uno nuevo.

Entre todos los restaurantes encontramos sitio en éste, que parece más pequeño desde fuera pero tiene un comedor de tamaño bastante majo, aunque las mesas están algo apretadas.

Eramos seis a cenar y elegimos el clásico método de entrantes para compartir y un plato cada uno, la carta estaba bien provista, aunque quizá eché de menos algún plato más elaborado en ella.

Mientras esperábamos a que nos sirvieran los primeros entrantes, que tardaron demasiado, quizá por ser viernes, nos sirvieron un pudin de cabracho con unos panecillos. ¿Qué mejor que algo de untar para empezar a cenar?


El primer entrante fue una ensalada de bacalao y verduras. Un plato pequeño para compartir entre 6. Pienso que los camareros deberían aconsejar sobre este tema. La realidad es que estaba muy sabrosa, con mucho bacalao y una ligera salsa al pil pil, muy recomendable la verdad. Hubiesemos pedido más de saber el tamaño.


Después de esperar otro buen rato, ya que se confundieron de plato con otra mesa, nos sirvieron unas míticas rabas. Son una elección que gusta a todo el mundo para compartir sin complicaciones, estaban buenas pero sin ninguna floritura.


Después vino una ración de croquetas, que es otro gran clásico cuando no te apetece buscar algún plato algo más elaborado y arriesgar a que a alguien no le guste. Eran de morcilla, pero con un sabor muy suave, de carne y de bacalao. Un plato muy sencillo pero muy rico.

A continuación pasamos a la especialidad de la casa, las brochetas. Hay multitud de ellas para elegir. La mayoría de la gente de la mesa se decidió por la de santiaguiños, gambas y vieria. La presentación es espectacular, no está muy hecha, por lo que queda muy tierna de textura y conserva todo su sabor. No dejeis de probarla.


Yo en cambio escogí un solomillo con foie y salsa de oporto. Mala elección ya que el solomillo estaba demasiado hecho, y el foie no estaba muy suave. En conjunto un plato correcto, pero a posteriori, habría pedido una brocheta.


Otra persona pidió un magret de pato con una salsa de frutos rojos, que por la rapidez con la que se lo terminó debía de estar muy rico, y por la pinta también.


Al final todos acabamos bastante contentos con nuestras distintas elecciones (con la excepción del solomillo antes mencionada) como se ve en la foto, y satisfechos por la elección de este restaurante (con la excepción de la demora en los entrantes que pienso que es anecdótico).


Para beber elegimos un crianza Ostatu. Un vino muy correcto y de precio aceptable. El total fue sobre 30 euros cada uno, un precio razonable. Un sitio para repetir, aunque espero que mejoren un poco en la atención.

Mapa

sábado, 15 de enero de 2011

Restaurante El Bigote Mexicano (Lierganes)

Este día se trataba de calamr un antojo de comida mexicana. En Cantabria hay un pueblo llamado Liérganes, no muy lejos de Santander donde hay un restaurante Mexicano con ya varios años de experiencia. Es un local agradable, el trato es muy afable y atento, además la decoración del sitio está ambientada. No me quiero olvidar de comentar que si vas a cenar los sábados, te dejan octavillas con la letra de canciones para que al terminar de cenar, puedas cantarlas mientras te tomas unos tequilas o unos margaritas.

El margarita que preparan en este sitio es espcialmente bueno. Nosotros como se puede ver el la foto, no dejamos pasar la oportunidad.


Empezamos con unos jalapeños rellenos de atún y mayonesa. Estaban suaves, es decir picaban lo justo para no abrasarse la boca. Lo mejor es acompañarlos con otro plato para poder disfrutarlos más.



Nosotros elegimos unos clásicos nachos con guacamole. Estaban riquísimos con abundante salsa tanto de queso como de guacamole, algo que cada vez es menos común en estos tipos de restaurantes. Hay veces que comes el nacho solo, porque la salsa es tan esacasa que se queda en los de arriba. En este caso es de agradecer la cantidad y la calidad del guacamole ya que no es del hecho con polvos sino con aguacates machacados.



Despues de estos platos para picar fuimos a por uno más contundente. Constaba de unas flautas de pollo, eran básicamente unos rollos de carne con verduras y salsa, muy ricas y como ya vienen hechos no tienes que montarlo tu mismo. El taco como suele ser habitual, venía con una suave salsa de queso y con una guarnición de lechuga y tomate.



Como plato principal pedimos uno para compartir, que se llama Cantina de la casa. Son pequeños cuencos de barro con diferentes tipos de comida. En este caso tenía carnitas, cochinita, frijoles, queso fundido y pollo al mole. Como no nos gustaba el mole demasiado, lo cambiamos por una carne en salsa, que seguro que tiene algun nombre curioso pero no nos dijeron cual. Esta elección es muy recomendable porque se sirve con tortillas y uno se va haciendo los tacos al gusto, y asi puedes ir probando diferentes tipos de carnes y guisos.


Seguimos con un burrito norteño de carne al pastor para cada uno. Se trata de un taco ya hecho con rica carne al pastor, que es con un poco de pimentón sobre una tortilla a la que habían echado pure de frijoles antes. Encima lleva lechuga y tomate. Pese a la sencillez el tamaño era considerable y el plato muy rico. Con esto dimos por cerrada la cena.



Pero llega el momento del postre y siempre hay un huequito para los golosos, asi que pedimos para compartir uno que era básicamente como un pijama, que mezcla varios tipos de postres en uno. Asi probabamos todas las especialidades dulces mexicanas. Era extremadamente dulce y muy amplio asi que pedizlo cuando tengaís hambre de verdad. Lo que a mi más me gustó fueron los nachos dulces, que estaban muy buenos con el helado por encima.



Comimos todo esto, con 3 margaritas y 4 pacíficos, una cerveza mexicana, por unos 27 euros cabeza. Personalmente es un restaurante que me encanta tanto por la comida como por el trato y con un precio normal para lo que se comel, muy recomendable.

Os dejo la página del restaurante donde tienen toda la información, el teléfono de contacto, dirección, la carta y demás curiosidades.