viernes, 15 de febrero de 2013

CALETA BLAVA (PALAMÓS)

De nuevo nos encontramos conociendo restaurantes por la Costa Brava. Esta vez, nos trasladamos hasta Palamós. La razón principal fue conocer un barco hundido (pecio) llamado Boreas, remolcador que perteneció a la marina alemana durante la II Guerra Mundial. En 1980 fue comprado por unos panameños que lo utilizaron para el trasporte de estupefacientes, y en 1986 fue capturado por la policía de Aduanas española frente a la costa de Palamós. Estuvo casi 3 años atracado en el puerto hasta que un par de clubs de submarinismo decidieron comprarlo para hundirlo para el disfrute de los submarinistas. De esto hace ya 23 años. Nosotros nos pusimos en contacto con el Palamós Dive Center, totalmente recomendado para los amantes del buceo, dado que tienen muy bien montadas las instalaciones, está muy bien situado y sobretodo son gente muy maja, agradable y divertida. Por acabar este párrafo, la inmersión mereció totalmente la pena.

Al lado del club de buceo, se encuentra este curioso restaurante llamado Caleta Blava. Es una marisquería-fregiduría especialista en arroces.

En esta ocasión éramos ocho comensales, como suele ser habitual, decidimos unos platos para compartir de primero y de segundo un arroz a la cazuela para todos.

Entre los primeros platos pedimos un par de raciones de mejillones al vapor. La sensación fue que una vez hechos les habían añadido sal gorda y un toque de vinagre. Muy sabrosos.


Otro de los platos fueron dos de pulpo a la gallega, muy bien cocinado, para este plato no anduve rápida y casi no me da tiempo a hacer la foto.


Para mi el plato estrella de la comida fueron las luetas, también pedimos dos raciones. Son almejas con ajo, perejil, pimiento rojo y queso gratinado. Me pareció una mezcla exquisita.




Como es típico en cataluña, los entrantes iban acompañados de pan con tomate (pa amb tomaquet). Creo que ya he comentado en otra crónica de la Costa Brava que es un acompañante perfecto.


El arroz a la cazuela es un arroz caldoso con cigalas arroceras, mejillones de roca, almejas, calamar y el caldo hecho con tinta de calamar. Como podéis imaginar con esos ingredientes y una formidable labor del cocinero, fue un plato muy "bueno".


El camarero trae la cazuela y sirve a cada comensal un plato como este.



La comida se regó con tres botellas de vino blanco uva verdeja de la bodega Carramimbre. Servido muy fresquito y de un sabor muy agradable, indudablemente verdejo. Además se tomaron 3 cañas y dos copas de vino blanco antes de comer, tres botellas de agua de 1 litro y dos botellas de agua con gas.


 Los postres fueron, melón. Poco que añadir, maduro y sabroso.


Una bola de helado de chocolate. A mi me gusta acabar las comidas con algo de chocolate, pero entre los postres caseros no había ninguno, asi que me pusieron una bola de chocolate improvisando.


Dos cremas catalanas. Los comensales que lo pidieron les gusta sin quemar, asi que es más o menos una natilla.


Recuit, que es requesón. Me gusta el apaño que hicimos para la foto, para disimular que ya se habían comido la mitad.


Acabamos con tres cafés cortados y tres orujos de hierbas, a lo que fuimos invitados.



En total el precio de la comida salió a 30 euros por persona, desde mi punto de vista un precio muy adecuado y por supuesto una experiencia en conjunto muy recomendable.

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