Con motivo de una reciente visita a París, para asistir en familia al partido de rugby del 6 naciones (Francia-Escocia), en el que ganó Francia 23-16
visitamos un curioso restaurante que conocía mi mujer de una visita anterior que había hecho con sus amigas en 1996, situado en la isla de San Luis, en el centro de París, pegada a la isla en donde está Notre Dame.
Habíamos reservado telefónicamente desde España , aunque no habría hecho falta, dado que aunque había bastante público, no estaba totalmente lleno y es muy grande. No obstante mi consejo sería reservar por si acaso, porque es muy turístico, y por tanto puede fluctuar mucho la demanda.
El sitio se llama Nos Ancetres les Gaulois y a mi, quiza por deformación cultural, inmediatamente me recordó a Asterix y Obelix, ¡qué grandes momentos de lectura!
Pasamos a redactar la crónica y a intentar explicar por qué es tan peculiar.
El menú tiene un precio cerrado de 40 euros por persona con iva incluido. Consiste en lo siguiente:
1.-Cesta de verduras crudas.
2.-Buffet libre de embutidos.
3.-Una carne a la brasa a elegir.
4.-Una tabla de quesos.
5.-Una cesta de fruta.
6.-Un postre a elegir.
7.-Buffet libre de vino, ¡¡aqui nos vinimos arriba!!
Como veis se trata de un menú potente, con 6 platos, aunque tres de ellos eran postres.
1.- La cesta de verduras, en francés crudités, tenía distintos frutos, todas ellos frescos, y según el camarero madrileño muy majo que nos atendió muy bien y nos ayudó, están recién cogidos de la huerta cada día. A destacar los riquísimos rábanos. También había pepino, coliflor, zanahoria, endibias, apio, tomate, pimiento, cebolla, lombarda... Lo acompañaba una salsa parecida a una de yogurt que pega mucho con estas verduras frescas. Este "plato" me pareció rico, curioso y una buena manera de empezar.
2.-El buffet de embutidos tenía menos nivel. Consistía en carios salchichones, fuet y jamón bastante de batalla. El chorizo en cambio estaba mucho más rico. También había unos recipientes con maiz, lechuga y alguna otra cosa tipo patés con varias salsas. Este entrante, regado con el vino francés de año bastante aceptable y sin restricciones, se convierte en aceptable.
3.- La carne la asan alli mismo en la parrilla.
Te dan a elegir entre las siguientes opciones: chuletas de cordero, entrecot de ternera, brocheta de pavo, brocheta de cerdo y costilla de cerdo. Elegimos un entrecot, que comentado por su comensal, estaba muy bueno, aunque quizá un poco pequeño y de escaso grosor, se asemejaba más bien a un filete.
Los otros 3 platos eras costillas. Lo de la "s" de costillas es sólo porque eran dos unidades. Estaban muy sabrosas y bien hechas pero fue un plato escasito.
Las carnes iban acompañadas de una patata asada que nos gustó mucho.
A estas alturas de la cena, apareció el alegre animador de la cena con su guitarra. Sabíamos de su existencia por la visita que hizo mi mujer hace años, y era nuestro momento más temido. Cantó tres o cuatro canciones, bastante regular y, pese a que intentó captar nuestra atención con canciones de corte hispano, tipo "clavelitos", no lo consiguió y en seguida desistió y fue a otras mesas.
4.- La tabla de quesos. Tenía uno de cabra que es muy famoso en Francia y se llama Chevres, un Camembert, un Gruyere y uno de vaca. Como era de esperar los quesos franceses estaban deliciosos y en su punto de madurez.
5.- La cesta de fruta. Sin más. Prácticamente no la probamos, pues ya llevábamos bastante tralla y todavía nos quedaba el postre.
6.- Nos ofrecieron unos diez tipos de postre que no recuerdo todos. De ellos elegimos un flan de huevo que era casero y estaba muy bueno.
Un limón helado de la casa comercial francesa de turno.
Una compota de frutas también casera y rica (no hay foto).
Una mousse de chocolate igualmente casera y muy buena.
Con este amplio y variado menú, tras unos cafés concluimos la cena.
Como resumen de la crónica yo apuntaría que es un sitio agradable y familiar tipo taberna, sin manteles ni sofisticaciones y con un menú muy variado pero irregular.
La cuenta puede resultar cara pero siendo en el cogollo de París y por experiencia está bastante bien de precio.
Como referencia comparativa, al salir de la cena, en un bar de al lado, de diseño y antiguo, tomamos un chupito escaso de Armagnac, otro escaso de Cointreau, otro escaso de Calvados y una copa de Möet.
Pues estos escasos tragos nos costaron 48 euracos.
Pero bueno, la alegría innata que llevábamos, junto con la que nos imprimió el guitarrista (es broma) y la del vino peleón a mansalva, hicieron que pasáramos un rato estupendo y me inclinan a recomendaros que visitéis este curioso lugar, máxime si vais en grupo.
Como todo lo que sea en Paris, super caro, pero tiene pinta de sitio curioso y divertido de comer en el.
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