Como fuimos sin reservar nos tocó esperar un rato en la barra tomando tranquilamente un vino. Pedimos un rioja crianza que entraba muy suave y amenizó la espera. Pasado un rato y dos vinos mas tarde nos dijeron que si no teníamos prisa lo mejor era comer en el salón de abajo. El restaurante tiene dos comedores pero uno posee chimenea, con lo cual estaríamos mas cómodos y calientes en él.
Mientras manteníamos una animada conversación, seguíamos dando cuenta de la botella de vino que nos dejaron para que nos fuésemos sirviendo al gusto. Tuvieron el buen detalle de servirnos una ración de rabas con cebolla frita para amenizar aun más nuestra espera por la mesa. Este tipo de atenciones son las que dejan un buen recuerdo y dan fé de la amabilidad y simpatía de sus dueños.
Llegado el momento nos dijeron de pasar a la mesa. Para entonces la botella de vino estaba casi en las últimas así que nos las llevamos a la mesa para poder terminarla tranquilamente. El principal motivo de visitar este restaurante era su famoso chuletón a la piedra. De modo que el plato principal lo teníamos muy claro y solo teníamos que decidirnos por unos entrantes no demasiado fuertes para poder disfrutar en condiciones de la carne. Optamos por dos platos que estaban fuera de carta.
Pedimos unas croquetas caseras de carne y de bacalao con espinacas. Mitad y mitad. Tenían una bechamel muy suave y su sabor era buenísimo. El típico plato con ese toque casero que resulta delicioso.

Pasados los entrantes pasamos ya al plato principal y estrella de la comida. !El chuletòn !. Se presentaba cortado en filetes en un plato a parte y con una piedra en medio de la mesa para hacerlo al punto que mas le guste a cada cual.
Señalar que estaba tiernísimo y que se presentaba junto con 3 tipos de sal diferentes. La mundialmente famosa sal Maldon, una sal carbónica que daba un gusto a la carne como de barbacoa y una sal de color azúcar moreno que daba un sabor especiado a la carne. Personalmente este punto de distinción de la sal me parece genial porque puedes ir cambiando el sabor de la carne pedazo a pedazo.
El chuletón venia acompañado con la clásica guarnición de patatas fritas y pimientos. Aquí, poniéndome muy exquisito, le pondré un pero ya que con carne a la brasa prefiero los pimientos verdes fritos en vez de pimientos de piquillo. Aún así he de reconocer que estaban igualmente muy buenos.
Una vez terminamos la ingente cantidad de carne pasamos a pedir los postres. Como ya sabréis, me gusta tomar queso en este punto de la comida así que opté por el clásico queso manchego con nueces. Era una ración abundante con unas pocas nueces y unas pasas. A los que les guste el queso como a mi quedaran muy satisfechos.
Las otras dos personas ante la cantidad y variedad de postres caseros que había, no pudiendo elegir entre todos, optaron por una combinación de varios de ellos como propuesta del camarero. Ya se sabe que en la variedad esta el gusto. En dicho plato se presentaron dos porciones de leche frita, dos bolas de helado, una de pacharán y otra de nueces, una porción de tarta de queso y otra que creo que era de licor de café. Cierto es que el plato tenia muy buena pinta y por lo que dijeron estaba todo muy rico.
Cuando terminamos nos ofrecieron unos chupitos. Pedimos uno de licor de café, otro de crema de orujo y uno, que recomiendo, de licor de hierbas muy "especial".
Para terminar comentar que es un sitio muy acojedor, que la atención fue excelente y la comida muy buena. La verdad es que es un sitio muy recomendable incluso para tomar un vermouth ya que dispone de uno casero muy rico. Además se puede disfrutar, si el tiempo lo permite, de una buena comida en su terraza. Como se puede ver el restaurante esta lleno de detalles que hacen muy interesante su visita. El precio: moderado ya que nos salio a 40 euros por cabeza y comimos con dos botellas de vino.
La dirección exacta para buscarla en google maps es: Barrio El Dueso 3 39627 Penagos