Este año para la comida de navidad elegimos un restaurante que ya
habíamos visitado con anterioridad y nos gustó mucho. Éste se llama Los Raqueros y se encuentra en la calle
Bonifaz.
Comenzaremos diciendo que es un restaurante muy bonito donde se cuidan bastante los detalles. De modo que abstenerse gañanes :-P
Como eramos 10 para comer decidimos un
menú a base de entrantes y un plato principal cada uno. A continuación pasamos a comentar los entrantes que elegimos.
En primer lugar, como detalle de la casa, nos dieron un
caldito de marisco que estaba muy rico y que
sirvió para entonar a los hambrientos comensales.
Comenazamos con
un clásico como es el
jamón de bellota cortado a cuchillo que se
servía acompañado de otro plato de pan
tumaca, la
ración de
jamón estaba muy buena y sin ser excepcionalmente amplia a mi me
pareció suficiente.

Después pasamos a algo mas caliente como fueron unas riquísimas mollejas. He de reconocer que sin ser un gran aficionado a ellas me parecieró que estaban muy buenas. A pesar de que la ración no fue especialmente grande, dada la gran calidad de éstas se podía pasar.

Una vez terminado éste entrante nos sirvieron unas raciones de almejas a la
sartén que destacaban por su gran tamaño. Dimos buena cuenta
rápidamente de ellas al estar muy ricas pero al igual que las mollejas no eran unas raciones demasiado grandes.
Después para contentar a los mas
exigentes elegimos unos platos de arroz, uno meloso con almejas y gambas que
personalmente fue el plato que menos me gustó. Estando rico como estaba, comparado con el otro arroz con nécoras que tenia un sabor mucho mas potente, la verdad me
pareció un poco mas soso. Supongo que
pidiéndolo solo y sin nada que le haga sombra
estará bien rico ya que el arroz estaba muy suave.
Personalmente me quedo con el arroz con
nécoras.
Una vez se terminaron los entrantes comentaré que tuvieron como detalle curioso poner unas pequeñas y comprimidas
toallitas, que al echarles agua caliente tomaron el tamaño adecuado para que cada uno de los comensales pudiese limpiarse las manos con algo bien calentito.

Con la llegada de los platos principales es donde
personalmente creo que este restaurante destaca. A la calidad de sus entrantes, que a mi parecer es muy alta, se unen unos platos mas contundentes con los que tener feliz a todo el mundo. Incluso a los más tragones.
La
única chica que este año se
atrevió a venir con nosotros se
pidió una ensalada de
jamón de pato y
foie que tenia muy buena pinta tal y como se ve en la
fotografía. Aunque realmente no se aprecia todo lo apetitoso que parecia "
in situ".

La gente que se decantó por el pescado pudimos disfrutar de un impresionante y delicioso taco de
atún rojo a la
parrilla, que se presentaba con un poco de
wasabi y tres salsas al gusto (soja,
teriyaki y gridulce). Lo devoramos tan ricamente y una vez más la foto no hace justicia a lo realmente bueno que estaba el
atún. Un plato por el que merece la pena volver.

Los mas
clásicos pudieron comer un correctísimo y buen solomillo a la parrilla servido con su
guarnición de patatas y pimientos. Nadie tuvo queja, mas bien todo lo contrario...

Y por último, algunos se decantaron por una sugerencia de la cocina que estaba fuera de carta. Ésta era un timbal rabo de toro estofado con salsa y compota de manzana que a mas de uno, entre los que me incluyo, le dieron ganas de
pedírselo como plato extra "porque yo lo valgo".

Una vez terminados los platos principales comentaremos los vinos que degustamos, ya que ante la diversidad de comida (carne, marisco y pescado) elegimos un blanco
albariño llamado
Lagar de Costa. Estaba muy rico a pesar de que por su carácter
ácido se hacia
difícil mezclarlo con un vino tinto como el que elegímos. Para éste ultimo nos decantamos por un
Malleolus de Emilio Moro. Un tinto de garantía que gustó a todo el mundo ya que se
bebía con gran facilidad y combinaba fenomenal con la comida en general.

Para el
prostre ya hubo mucha mas diversidad. La gente se repartió entre las
clasicas tartas de queso, queso curado de oveja y un postre excelente que consistía en un
sobao con caramelo tostado que
habian emborrachado y que acompañado por un vino dulce de
Hungria Tokaj se convertia en una maravilla.

En resumen comimos muy bien en un restaurante que cuida mucho los detalles y en el que la calidad de la comida es muy alta. Si
hubiera que ponerle
algún pero seria sin duda el tamaño de algunas de las raciones que
podría ser un poco mayor.
El precio final de la broma se fue hasta los 52 euros por cabeza. No nos
pareció excesivo para lo que comimos y la calidad del sitio. Asi que sin duda, es un candidato a repetir en futuras "excursiones".
Como llegar